martes, 4 de mayo de 2010

Bicentenario

1810-Bicentenario-2010

Una revolución armada triunfante

No se puede entender la revolución de mayo sin
las invasiones inglesas


En 1805 cuando llegó a Buenos Aires la noticia de la posible invasión inglesa, el Virrey De Sobremonte, ordenó que en caso de emergencia se convocasen a las milicias de campaña. Comenzaron a formarse milicias populares. “Ha llegado gente de las orillas a caballo, a pie, armados de viejos trabucos o de chuzas improvisadas”. Una vez que los ingleses tomaron La Ciudad, en 1806, comenzó la organización de guerrillas o “un ejército invisible” en Olivos y Las rancherías.
Por su parte, Pueyrredón organiza otras guerrillas con los peones y vecinos de su quinta en San Isidro.
Mientras tanto Liniers junta los milicianos que estaban en Montevideo, viene y se une al “ejército Invisible”. Entonces ya había más de 3.000 hombres armados. Con ésta fuerza da la batalla dentro de la Ciudad y logra derrotar a los ingleses, porque además, los orilleros, hombres y mujeres se le sumaron.
Un año después se produce una nueva invasión, nueva derrota para Buenos Aires, y nueva organización de milicias populares se prepara para derrotarlos. Se calcula que para entonces ya existían unos 10.000 milicianos armados.


Estos eran los nombres de las milicias:

“Vizcaínos y castellano” 1° de Caballería de Húsares
“Montañeses y cántabros de la amistad” 2° de Húsares
“Gallegos” 3° de Húsares
“Andaluces” “Migueletes”
“Catalanes o Miñones” “Labradores” (Orilleros)
“Legión patricia” (3 batallones) “Carabineros de Carlos IV”
“Arribeños”
“Castas” (Pardos, morenos e indios) Artillería
“Granaderos” “Milicianos artilleros”
“Cazadores correntinos” “Regimiento Unión”
“Maestranza”



Es en éste marco, en que se produce la revolución de 1810.

Cuando se conoce la caída del rey de España en manos de Napoleón, en ésta colonia, comienza la discusión sobre quien mandaba. No existía gobierno, y por lo tanto debía formarse un gobierno propio. El 22 de mayo se reúne el congreso vecinal y resuelve formar una junta de gobierno. Pero resulta que pusieron al Virrey como presidente. El 23 a la noche se informó al pueblo y estalló la bronca el 24 cuando se conoció la noticia.
El 24 se convoca a un “Cabildo Abierto” para el 25, o sea, una reunión donde solo podía participar el que era “vecino principal”. O sea, gente de la clase rica. Pero “la noche del 24 al 25 es de alboroto. Una “especie de conmoción y griterío se escucha en el cuartel de Patricios” “en el Cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos y a esto era a lo que se llamaba pueblo” decía el Virrey.

“Eran los orilleros que formaban el grueso de las milicias patriotas, expresándose de manera airada” “Las milicias urbanas se alzaban contra el arreglo que había hecho con el Virrey “la parte principal y sana de la ciudad, que esa noche acababa de perder su posición de clase dirigente” “La Ciudad amaneció amotinada y el alzamiento desconcertó a todos…”
“No era un planteo militar, de soldados que siguen dóciles a sus comandantes. Los milicianos de mayo tenían conciencia de ser el pueblo en arma y fueron ellos y no los comandantes quienes gritaron su disconformidad”.
El 25 toman la Plaza y ante la demora de la reunión, la gente pierde la paciencia e ingresa por las escaleras y golpea la puerta de la sala de deliberaciones. La abren y entra una parte a los gritos. ¡”El pueblo se encuentra disgustado y en conmoción porque no acepta al Virrey en la junta y menos con el mando de las armas” “El Cabildo se ha excedido de sus facultades” dicen los personeros. Finalmente se retiran hacia donde está la multitud, profiriendo amenazas: “Si los señores no procedían conforme a la voluntad del pueblo, “podían ocurrir desgracias demasiadas sensible y de nota”
Las autoridades españolas piden la protección a los comandantes de las milicias y éstos contestan que “No solo no podían sostener al gobierno, ni aún sostenerse ellos mismos y menos evitar los insultos al cabildo”
Una y otra vez la multitud entra a la sala de deliberaciones, hasta que finalmente se decide destituir al virrey, que no tiene apoyo político ni el control militar de la ciudad. La guerra se ganó sin tirar un tiro.
Fue una revolución armada y triunfante. ¡Viva la Patria!

Ovidio Pepe

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